Este es de esos libros que me leo por haberme atraído el título, y luego haber leído reseñas interesantes.
Impresiones:
"Anita", le dije a mi compañera de trabajo, "estoy leyendo un libro que no te lo recomiendo para este momento de tu vida, pero..." Y resulta que coincidimos, ella lo había leído hacía poco y nos causó la misma impresión.
Es una relación (con el libro) extraña, pues aunque no nos gustaron sus personajes, no nos gustó la trama, no nos gustó el desenlace (que ya sabíamos de antemano), éramos incapaces de dejar de leerlo. Me sentía como si estuviese viendo uno de esos reality show, que muestra las miserias humanas, que piensas que no aporta nada a tu vida, pero ahí está la gente enganchadísima a ellos.
La narración no es brillante, pero lo que explica tiene tal fuerza que supera al libro en sí. Está lleno de referencias científicas de todo lo que nos rodea (como ve el mundo Mattia), bien descritas dado que el autor es físico, pero pasan desapercibidas al final del relato por la gran carga de esos personajes desgraciados.
Estamos ante un libro que habla del ser humano, de sus emociones, su conducta, sus relaciones; pero desde el lado enfermizo, desde el ser que es incapaz de amarse a sí mismo, que se sabe infeliz y es incapaz de buscar la felicidad, que está incapacitado para luchar por la propia vida, que necesita el dolor físico para subsistir y sentirse vivo en una vida que desprecia.
Durante la lectura no he podido de pensar que cómo puede ser que en ese país de ciegos no haya ni un sólo tuerto. Porque no hay ni un personaje que se salve de esa terrible enfermedad que es la infelicidad.
Conclusión: Un libro que muestra las miserias humanas en grado superlativo. Pero para mí Alice no es así, sino que la han hecho así, y alguien debería haber capaz de habilitarla para ser feliz. Con Mattia la terapia la veo más complicada.
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