Me gustó el título (este verano, viajando por Alemania, nos hemos dado un buen atracón de arándanos, fruto que para mí tiene cierta connotación nostálgica) y también la portada.
Resumen: Ellen es la típica abogada rica, de costumbres y gustos caros, novio aún más rico si cabe, y con unas ideas muy claras a cerca de su futuro; viven en la gran ciudad y tienen programada su pomposa boda por todo lo alto. Ellen ha vivido su infancia con su abuela, quien al morir le deja un encargo muy sencillo: llevar una carta a un anciano a una dirección de Beacon (su pueblo natal). Allí las cosas no serán tan sencillas como parecían, pues la pensión carece de tecnología y glamour, el pueblo dista mucho de las comodidades de la gran ciudad, y no hay manera de dar con el anciano. A esto se suma que haciendo unas fotos en el muelle casi se ahoga al caer al mar, y tiene que ser salvada por un carpintero del lugar (algo totalmente inaceptable para alguien que controla perfectamente su vida).
Impresiones:
He disfrutado de una lectura amena, sencilla, con la faceta romántica mezclada con toques de humor y juegos con el pasado.
De entrada eres consciente de cómo va a discurrir prácticamente la mayor parte de la historia, te mantiene intrigada el asunto de la abuela, y acabas con la sonrisa puesta porque el legado de la pobre mujer acaba siendo más que monetario.
El placer de la lectura lo constituyen los sabores, los olores y la descripción entrañable de una vida alejada de las modernas ciudades, que te conquistan igual a ti que a la protagonista.
Conclusión: Otra comedia romántica con la que pasar las tardes de verano.